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domingo, septiembre 23

Lo que no debemos callar: ¿Revivir a la Constituyente?

Por: Santiago Berríos Caballero

Decíamos en nota del pasado 9 de septiembre que los constitucionalistas tenemos la misión de contribuir al debate con propuestas de gran calidad, para mejorar el instrumento constitucional, a fin de que políticos, dirigentes sindicales, cívicos y, obviamente, los gobernantes no incurran en crasos errores en el manejo del derecho público, que es el fundamento de toda gestión pública, y esto debido a la falta de conocimiento de la doctrina y la teoría que es fuente del derecho.
Continuamos sosteniendo que la denominada Asamblea Constituyente no es nada más ni nada menos que una corporación paralela al Poder Legislativo, porque está lejos de ser considerada como tal, ya que se ha alejado de la naturaleza de lo que es el Poder Constituyente, y para ser reconocido como tal se debe cumplir ciertos principios fundamentales, los que han sido obviados e ignorados por los que manejan sin discreción alguna estos temas, al extremo de que aparecen algunos cientistas que confunden la parte política con la jurídica.
Es que para tener carácter de Poder Constituyente encarnado en una Asamblea, es necesaria la presencia de tres principios: ser Originario, Fundante e Ilimitado. Sin el respeto a estos principios no se puede admitir que esa corporación sea considerada como Constituyente.
Es necesario en consecuencia desglosar los mismos para ser entendible. Se dice que el Poder Constituyente es originario, porque emerge de la soberanía popular, sin que para ello se tenga precedente o intervención de terceros ajenos a ese Poder Constituyente, menos se acepte la intervención del poder constituido, porque debe entenderse que las decisiones deben partir de sus propios componentes, pues son depositarios del soberano que es el pueblo. Toda intervención ajena a esa Asamblea, la desnaturaliza y consiguientemente le hace perder su propia identidad.
Es fundante, porque esa corporación emergida del Poder Constituyente tiene como tarea la transformación de un Estado y no la simple reforma, lo que quiere decir que su tarea primordial es creadora de una cosa nueva, haciendo trizas al Estado vigente, porque así lo ha querido el Poder Constituyente que está conformado por los factores reales de poder que son todos los sectores sociales de un Estado, y no uno solo.
Es ilimitado precisamente porque es originario y depende de sí mismo, debiendo en consecuencia expulsar cualquier intervención foránea, menos admitir la presencia de estamentos ajenos que pretendan condicionarlo al extremo de señalarle plazos.
Esto quiere decir que toda corporación que no cumpla con estos principios no puede denominarse Poder Constituyente, porque en caso contrario estaríamos frente a un Poder Constituido, tal como son los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Con las últimas actitudes del Poder Legislativo, así como el diseño y aprobación de la propia Ley de Convocatoria a la Asamblea Constituyente, se ha desconocido esos principios, y con ello han arrastrado a los componentes de esa denominada Constituyente al terreno del Poder Constituido, perdiendo en consecuencia su esencia y su naturaleza.
Es que no es permisible doctrinalmente que uno de los poderes del Estado (en este caso el Legislativo) diseñe las pautas de comportamiento del Poder Constituyente, al extremo de que es aberrante conocer la conformación de una Comisión “supraconstituyente”, nada menos que capitaneada por el Presidente de un Poder Constituido como es el Congreso Nacional. De dónde han sacado esa nueva teoría que contrasta con la naturaleza del Poder Constituyente y nuevamente la han desnaturalizado, con lo que le han quitado su verdadera esencia.
Es aceptable que el Presidente de la República cometa ese error, pese a tener asesores en materia constitucional, pero no es admisible que lo haga el Presidente del Congreso Nacional, de quien se dice que es versado en esta materia, lo cual contrasta con sus actitudes, que no hacen sino perjudicar los objetivos de cambio que reclama el pueblo boliviano.
La denominada Constituyente, pese a estos acuerdos que salieron de los predios de dicha corporación e ingresaron en los del Poder Constituido, no podrá mantenerse viva, porque han confundido el objetivo del Poder Constituido, que es el de crear una cosa nueva a través de un PACTO SOCIAL, y de ninguna manera son aplicables los conceptos de fuerza, o de minorías y mayorías, que no corresponden a la naturaleza de ese pacto social, menos la presencia de agrupaciones políticas, cuando éstas se originan precisamente en lo que debe hacer el Poder Constituyente y no a la inversa, como se observa hoy.
La Constituyente es una corporación formada por todos los sectores sociales y no por parcialidades políticas, como ocurre hoy en nuestro medio, y por ello sostenemos que existe un paralelismo legislativo en nuestro país. Así como se viene procediendo, no creemos que el país pueda esperar algo bueno en el futuro.


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A partir de ahora pienso mantener las lineas que originalmente estaban planeadas para este blog. Tenemos problemas de actualidad lo bastante ridiculos que es necesario dilucidar...

Una nueva etapa de publicación empieza, al menos para mi.
Espero sigamos este ritmo.

1 comentario:

Rafaela Rada Herrera dijo...

ya te he linkeado!!!

a ver si me linkeas tb.